El Emigrante y el Banquete



Hace años un emigrante zarpó para Norte América. Llevaba en su maleta bacalao salado, queso y galletas.
Para desayunar comía bacalao, queso y galletas. Para almorzar su menú consistía en queso, galletas y bacalao. Para la cena combinaba galletas, bacalao y queso.
El buen olor de la comida que desde el comedor llegaba por todo el barco hizo suspirar al emigrante por la comida que otros viajeros disfrutaban. Cuando el barco estaba cerca de atracar en Nueva York, el emigrante no pudo más y fue a ver al encargado de la cocina y le preguntó:

      - ¿Cuánto me costaría una buena cena?
     - Déjeme ver su boleto – le contestó. - ¡Pero hombre! – exclamo el  encargado- ¡Su billete incluye las comidas, ya las ha pagado todas!En muchas ocasiones nos comportamos como el hombre de la historia y decidimos conformarnos con lo que tenemos, con lo que nos llega con los días, con lo que quizás otros puedan obsequiarnos y desconocemos que somos merecedores de mucho más, que ya todo está pagado y lo podemos disfrutar.
No te quedes conforme con lo que tienes, levántate y has realidad tus sueños, no permitas que la comodidad, la inseguridad o el conformismo te dejen sólo anhelando mejores cosas y te roben aquello que es tuyo.
“Pon todo lo que hagas en manos del Señor,  y tus planes tendrán éxito”. Proverbios 16: 3 (NTV)